domingo, 28 de septiembre de 2008

Puta en la cama

Una frase que nunca me ha gustado, y que algunos (y algunas) enarbolan es esa que dice que una mujer ha de ser dama en la calle, ama de casa en la cocina y puta en la cama.

Otro día hablare de la primera y segunda parte de la frase, pero hoy voy a centrarme en la tercera:
"Una mujer ha de ser puta en la cama".

Creo que esta frase es un error bastante gordo, que predispone a la mujer contra cualquier actitud liberal que implique el disfrute del sexo. Como decía Woody Allen, el único sexo bueno es el sexo sucio, y es cierto. Pero el sexo sucio implica deseo, ganas de jugar, de divertirse, de experimentar, y de no tener miedo a ensuciarse.

En una pareja estable en la que se tiene confianza, además implica el no tener miedo a las enfermedades venéreas, por lo que existe una mayor libertad a la hora de disfrutar del sexo en todos sus campos. Oler a sexo, y dormirte oliendo al sexo de tu pareja. Jugar con los dedos, con la lengua, con el sexo, y recorrer pieles y recovecos donde encontrar cosquillas y placeres escondidos.

Es cierto que tener una puta en la cama implica tener a alguien que no va a cuestionar tus peticiones y que te va a proporcionar un desahogo rápido sin pedir nada (físico) a cambio. Sin embargo, es alguien que lo hace a cambio de una compensación económica.

Ojo, ya he dicho, y si no es así lo repito, que no creo que el sexo con amor sea mejor que el sexo por el sexo. Pero si creo firmemente que el sexo cuando los participantes tienen ganas de hacerlo y ganas de disfrutarlo es muchísimo mejor.

Pero muchísimo.

Pero eso es solo una parte que no me gusta de la frase. Luego está la otra. Que una mujer tenga que ser una puta en la cama implica una descripción despectiva de algo que no tiene porque ser despectivo. Que una mujer utilice el morbo, sea desinhibida, abierta y disfrute con el sexo no tiene porque ser algo despectivo. Contra todo eso se esta posicionando la mujer cuando se le indica que ha de ser "una puta en la cama", asociando una actitud natural y divertida a un intercambio de sexo por dinero frío, desapasionado y breve, pecaminoso e inmoral.

Y por último, y es algo que tampoco me gusta, la frase indica una obligatoriedad por parte de la mujer de satisfacer los deseos del hombre. Teniendo en cuenta que el sexo en pareja es un sexo de intercambio, donde ofreces y te ofrecen, dicha obligatoriedad esta completamente fuera de lugar.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Voyeurs

Y si somos exhibicionistas, también hay que reconocer que somos muy voyeurs. Nos encanta mirar. Nos encanta mirar a las mujeres, y cuando alguna se cruza por delante con alguna característica especial, nos gusta observarlas.

No me voy a meter en el tema de si a las mujeres les gusta que les miren o no. A nosotros si nos gusta mirarlas. Nos encanta mirar a una mujer con unos pechos grandes, o con el culo marcado por un tanga.

Nos da igual que sea hortera el tanga negro bajo un pantalon blanco. Si el tanga es de hilo, o si sube unos cuantos dedos por el borde del pantalón, lo observaremos con detenimiento. Nos da lo mismo que el sujetador sea de mentira. Si los pechos sobresalen a través del escote, los miraremos.

A veces, incluso no se trata de algo consciente. Estás mirando hacia un sitio, se cruza alguna visión que merece la pena y desvías la mirada. Otras veces, si es consciente, y se nota porque en los casos mas exagerados, puede ocurrir que se nos olvide lo que estábamos diciendo (y, cuando la relación con la persona que tenemos al lado es de amistad, o cercana, nos encanta bromear con esto, fingiendo haber perdido el habla).

Esto, que en principio podría ser interpretado como algo malo, es muy fácil de aprovechar por aquellas mujeres que tengan algo de picardía. Y es que si digo que nos encanta mirar, es que nos encanta mirar.

Y si no, pruebalo. Desnudate, y pasea por casa desnuda. Sal de la ducha, y ves a la cocina, si puedes paseando por delante de él. Juega con su mirada, sin dar a entender que te has dado cuenta de que sabes que te está mirando. Mas adelante te diré algunas cosas que puedes hacer, pero por ejemplo, algo muy simple es acuclillarte para coger algo del suelo, de manera que el hecho de acuclillarte marque la forma de tu culo, y se te abran las nalgas.

Es casi seguro que no verá nada, y que posiblemente no salte sobre ti desesperadamente (ya llegará, tranquila :-) ) pero ten por seguro que no dejará de mirarte.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Nos gusta que nos miren

Vale. Aunque volveremos a esos temas mas adelante, podemos decir que ya tenemos las ganas y la actitud. Tenemos ganas de follar, y no tenemos vergüenza de hacerlo.

Vamos a realizar el primer paso para conseguir una total rendición por parte de nuestra pareja. Este es un plan a largo plazo, así que vamos a ir poco a poco, afianzando cada uno de los pasos, para continuar al siguiente.

Es muy posible que te encuentres con que tu pareja, después de seguir alguno de las cosas que vamos a comentar, tenga ganas de hacerlo. Eso no es malo, al contrario. Follatelo, haz el amor, lo que tu prefieras. Al final, de lo que se trata es de eso, de ir conociéndole sexualmente, por lo que ir descubriendo cosas poco a poco es lo mejor que te puede pasar. Malo sería si no pasase.

Bueno, que me distraigo...

Como dice el título, nos gusta que nos miren. No tienes mas que pensar un poco... ¿cuantos tíos conoces que se preocupen de correr las cortinas cuando están desnudos en casa? de hecho, ¿cuantos conoces que vayan en seguida a vestirse después de ducharse?

Nos gusta pasear desnudos. Nos gusta mostrar nuestro cuerpo, que nos miren, y que nos busquen. Nos gusta, en verano, tumbarnos en la cama o en el sofá en pelotas y dejar que el aire nos refresque. Nos gusta mirarnos en el espejo. Intentar sacar algún músculo, si lo tenemos, o sacarlos todos, si lo tenemos. Y, sobretodo, nos gusta que nos miren la polla.

Nos encanta.

Ya se que a algunas mujeres les resulta lo mas feo del cuerpo del hombre, pero eso a nosotros nos da igual. Durante años, hemos estado viviendo con ella. Hemos visto como crece, como se llena de vello, y por sus distintos estados diarios.

Y nos gusta. Es nuestra polla, ya sea grande, pequeña, gorda o delgada. Es la nuestra, y está ahí para que se le haga caso.

Si quieres empezar a trabajar en la relación con tu pareja, este ejercicio es muy simple. Mírale. Mírale cuando está desnudo, y sonriele. Demuéstrale que te gusta mirarle. Si está tumbado, acercate y observa su piel.

Si te apetece, mirale el pubis. Mirale la polla. Tumbate a su lado si está en la cama, o en el suelo si está en el sofá. Cogele la polla con cariño, y mirasela. Separa la piel de su prepucio, descapullala, y observa todos sus pliegues, su forma, su grosor... aprendetela de memoria.

Es posible que tras este ejercicio tu pareja te pida una mamada o al menos tenga ganas (si no lo has hecho nunca, seguro que lo hace). Hacerlo o no ya es cosa tuya, pero como te decía al principio, se trata de disfrutar.